Recuerdo cada una de tus palabras, cada una de tus miradas, cada una de tus caricias y cada uno de tus abrazos. Sólo con 7 años fuiste capaz de remover todos los cimientos de mi vida. Tus principios y valores han sido claves para consolidar los míos en el día a día.
Los dos hemos compartido…
- Risas y llantos.
- Silencios y gritos.
- Disgustos y reconciliaciones.
Sólo tu y yo sabíamos lo que sucedía.
Deslumbramiento, negación, temor, preocupación, esperanza, ansiedad, tristeza, depresión, culpa, soledad, gratitud, perseverancia, valor, trabajo, esfuerzo, paciencia… ¡Y sobretodo el valor de la supervivencia!
«Todo se convertía en una nave espacial, un tren, un avión, un nuevo planeta…»
Cada día que entraba en tu habitación era una nueva aventura. La cama. La vía. La silla de ruedas. Y, a veces, incluso el oxígeno. Todo se convertía en una nave espacial, un tren, un avión, un nuevo planeta… La de mundos que hemos recorrido juntos entre estas cuatro paredes.
3 años compartiendo algunas mañanas y tardes. Incluso alguna noche en urgencias. Justo hoy, 11 años después, celebramos juntos tu 18º cumpleaños. La de veces que se preguntaron tus padres si los cumplirías y nosotros respondíamos: ¿Nosotros sí, y vosotros? (Entre risas nerviosas, miedos e incertidumbres). Y hoy, entre abrazos y lágrimas de emoción, nos hemos reunido todos por ti. Para compartir este día, esta lucha y celebrar contigo que SÍ, SE PUEDE.
«Y hoy, entre abrazos y lágrimas de emoción, nos hemos reunido todos por ti. Para compartir este día, esta lucha y celebrar contigo que SÍ, SE PUEDE.»
Contigo hemos compartido, aprendido y soñado una infinidad de momentos. Gracias por cada instante, por cada gesto, por cada confidencia. Hoy me siento más viva que nunca. Con la fuerza de tus 18 años has llenado nuestras reservas.