Y llega ese día en el que una sensación extraña llena cada rincón vacío de mi cuerpo. Viviendo cambios constantes, y cada uno de ellos teñidos de melancolía. Me escucho. ¿Qué siento? Mi mente revive buenos recuerdos. Mi cuerpo siente todos los cambios que están por venir.
I ahora me pregunto: ¿Por qué la melancolía?
Con los años descubrí que esta sensación me permitía vivir un sentimiento ambivalente. Sentía alegría por lo vivido. Sentía tristeza e incluso un poquito de rabia, por lo perdido. Por aquello que ya no podía recuperar.
“Parece que me falta algo”. Esa fue la clave para descubrir que tenía que dar lugar a esta emoción
“Parece que me falta algo”. Esa fue la clave para descubrir que tenía que dar lugar a esta emoción. La que a menudo me da fuerzas para vivir el momento y la que en muchas ocasiones me regala una sonrisa tímida delante del espejo cuando la mente me traslada a los mejores recuerdos.
Sé que para muchas personas este sentimiento ha ido de la mano con la tristeza, la nostalgia, el desánimo, la decepción… Pero cómo todo en esta vida, hay muchas maneras de ver nuestra realidad.
Y decidí ver el lado más amable de la melancolía.
“La melancolía resultó ser mi victoria»
Este me permitió tomar mejores decisiones. Me dio alas para crear y sacar la parte más artística que hay en mí. Y descubrí que con ella recordaba muchísimos más los pequeños detalles.
El paso del tiempo. El desapego. Y mi memoria.
La verdad es que la melancolía resultó ser mi victoria.
