La llave está en mis manos. La que cierra la etapa que dejo atrás, en la que he disfrutado, reído, llorado y, sobretodo, aprendido. La que me ha enseñado que puedo ir por otros caminos, los que yo quiera, y donde la meta viene marcada por el trayecto.
A mis espaldas, el peso de la experiencia me hace recordar los años vividos. Llenos de inocencia, gracia, espontaneidad y despreocupación, con los que estaban a mi lado y tuvieron que despedirse.
Es inevitable que estas memorias me recorran en forma de lágrimas, de nostalgia y de gratitud, porque ningún pasado puede cerrarse si no se acepta tal y como es. Ya ha pasado: lo que es más doloroso se ha acabado, y los instantes de risas los he disfrutado. Camino con quienes me acompañan lado a lado con la firmeza de su presencia. Son aquí. Me apoyan y me animan a seguir adelante, y me abrazan y me ayudan cuando lo pido y cuando lo necesito.
“Es inevitable que estas memorias me recorran en forma de lágrimas, de nostalgia y de gratitud, porque ningún pasado puede cerrarse si no se acepta tal y como es”
Sintiendo el poder que tienen mis decisiones, observo todas las puertas por las que puedo continuar. Lo tengo claro: si lo hago, lo hago por mí. Descarto lo que no me gusta: lo que no me cuidaría ni mental, ni físicamente; lo que no me haría feliz. Escojo lo que me atrae, lo que me apasiona, lo que me permitirá crecer y aprender. Lo que yo quiero hacer.
Dudo. No sé si estoy preparada para afrontar esta transición. Noto que los miedos y la responsabilidad, circundando entre mis deseos, y cómo los pensamientos y prejuicios de los demás empiezan a invadir parte de mi espacio. Cada vez es más difícil encontrarme entre tanto revuelo.
Me cuesta distinguir cuáles son mis auténticas aficiones. Cierro los ojos, me distancio, silencio a mi alrededor y escucho. Escucho lo que hay sólo en mí. Soy yo, que con fuerza manifiesto mi voluntad. Me escucho y me hago caso: confío en mí.
“La llave está en mis manos. La que abre la etapa en la que me quiero aventurar. La que quiero experimentar, descubrir, sentir… Vivir”
La llave está en mis manos. La que abre la etapa en la que me quiero aventurar. La que quiero experimentar, descubrir, sentir… Vivir. A pesar de la confianza, siento como la inseguridad del riesgo me recorre de arriba a abajo mientras encajo la llave al pomo de la puerta. En mi rostro se ilumina una sonrisa que desencadena en una descarga de adrenalina. La he abierto, el camino continúa, y no puedo esperar más para dar mis primeros pasos en esta nueva etapa.