Ninguna persona deja de ser ella misma por el hecho de tener una patología. Por eso, es necesario aprender a gestionar las emociones en circunstancias complejas.
Aprender a escuchar y acompañar sin prejuicios, respetando el tiempo y el espacio de cada uno. Saber cómo cuidar a los demás, pero también de ti mismo. Pensa en la persona, en el entorno, en los cuidadores y el personal sanitario.
Todas las emociones vividas alrededor de una patología son válidas, necesarias e importantes, pues nos ayudan a crecer como personas. Pero es mejor no hacerlo solos y mejorar nuestra gestión emocional.